
Vanesa y Marina
contonean sus figuras aún en formación y las venden a municipales, serenos y
empleados del mercado, en La Banda.
Analfabetas,
ausentes de padres, noche a noche convierten a los vagones abandonados del
ferrocarril en literales albergues y antro del sexo pago.
Las identidades
son ficticias, pero sus historias tan reales que acaban de provocar un fuerte
cimbronazo en el submundo de la prostitución merced a un operativo policial
comandado ayer por la Brigada de la Unidad Regional 2, al que se plegaron la
División Trata de Personas y Comisaría del Menor y la Mujer, publica El
Liberal.com.
Pese a contar con
13 años, Vanesa lleva ya dos años en el ‘negocio’. “Comencé en esto cuando
tenía 11 años. Vivo con mi madre en el barrio Bajo de Vértiz. A ella no le
gusta lo que hago, pero siempre le doy plata. Y así salimos todo adelante...”,
relató ayer a una mujer policía.
En dos años
aprendió los malos códigos de la noche y convive con personajes que abren sus
ojos cuando el resto de la gente se va a dormir.
Consumidores
“Mis clientes son
muchos municipales y gente del mercado. Casi siempre me buscan por los vagones.
Ahí (delata un dejo de timidez) nos vemos”, subrayó.
“¿Cuánto sueles
cobrarles?”, interrogó la funcionaria.
-”50 pesos”, respondió.
“¿Conoces de
enfermedades y sabes cómo cuidarte”, repreguntó la policía. “Casi nunca uso
preservativos. Ellos por ahí traen alguno...”, acota.
A su lado, Marina
agacha la cabeza. Mientras aguarda ser alojada en la Comisaría del Menor y la
Mujer, su amiga describe su historia. “Ella es medio enferma (retraso
madurativo, quizá). Yo la traje un día. Y se quedó conmigo”.
Vanesa deja en
claro que Marina también ejerce la prostitución, aún con su salud un tanto
fragilizada.
Vanesa abunda en
detalles que dejan pasmados a los policías: “Todos vienen a los vagones. Por
ahí alguno se hace el cancherito (vivo) y quieren pagarnos $ 30 o $ 40. Dos
veces no nos van a joder” deja en claro.
Pese a que el
convenio es entre el adulto y las adolescentes, para la policía hasta ayer
había una mujer de 30 años, vecina de las jovencitas, regenteándolas.
Ella les buscaba
clientes. Y hasta montaba una pseudo vigilancia; nadie puede garantizar si para
brindarles protección, o bien generarles presión y forzarlas a depender de ella
sí o sí: que es casi lo mismo a asegurarse dinero de arriba.
Ambas menores ayer
fueron rescatadas por la policía, al irrumpir en los vagones en pleno ejercicio
de la prostitución.
“Somos media
docena”, deslizó Vanesa a los funcionarios, antes de ser ascendidas a un
patrullero que las llevó a la Comisaría del Menor y la Mujer. Junto a Marina,
la menor recibirá ayuda.
La adulta sería
imputada por “promoción y facilitación a la prostitución”.
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Saludos desde Miramar